Al ritmo que voy empezaré a odiar las Navidades en un periquete. Todos los años igual. ¿Dónde esta el maldito espíritu navideño? ¿Dónde están las luces, los adornos, los villancicos y el árbol? ¿Dónde? Porque yo no los veo. Ahora los regalos grandes son de los pequeños, y los más pequeños de los grandes. Ahora no esta lo que tu pides, no, sino lo que les da la gana.
Lo que veo ahora, en ése momento después de abrir el regalo. Sí, sólo es uno. Pues ahí delante del espejo ves un brillo, pero el de la desilusión. No es lo que esperas, ni se acerca.
Ahí es cuando te das cuenta de que has madurado, ya no eres la niña que esperaba nerviosa a que Santa le trajera los regalos.
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