Las amigas se esfuman como la pólvora.
Tan rápido que no te das cuenta, un día están ahí como si nada pero el otro no, ni el siguiente, ni el otro. Hasta que llegas a ese punto que no están a tu lado, ni cerca, ni un simple allí sino lo más lejos que pudieran llegar ahí se han anclado. Tirando el ancla para no moverse ni dar marcha a tras.
Respiras hondo.
Cierras lo ojos, pensando que todo es una pesadilla.
Pero no lo es, está es la pura realidad.
La gente cambia, con ello cambia a las personas de su alrededor. Se juntan. Se separan. Las personas son indecisas, un día una cosa al otro otra.
La gente cambia, o las cambian otros. Siempre cambian de una manera u la otra. Pero en definitiva siempre habrá alguien que pierda... En este momento me toca a mi sufrir el dolor de ese infierno al que llamaba amistad. Duro. Doloroso. Triste.
Son solo tres calificativos con lo que lo puedo definir.
No tengo ganas de seguir con esto, el pasado pisado está. Pero es que vuelves una y otra vez sin que nadie te llame, sin invitarte. Lo que hace cada vez más difícil que llegue el olvido de una vez por todas.
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